Esa misma cruza de mundo se impulsaba a Sol y Medianoche, un grupo de firme anclaje rockero – formado con músicos provenientes de bandas como Tumulto, Sol de Medianoche y En Busca del Tiempo Perdido -, pero también inquieto por la raíz folclórica y turbado por el intento militar de aniquilarla. Ya en su anterior grupo, el guitarrista Jorge Soto había cruzado electricidad y sátira contra los militares en un tema que, aunque nunca fue grabado en estudio, fue valeroso antecedente para lo que luego iba a desarrollar en su siguiente banda.
Prohibido hablar,
prohibido pensar,
prohibido mirar.
Bando 23.
“Esto no es un juego, señores”.
¡Está hablando en serio el caballero!
“Esto no es un juego, señores”.
¡Llegó la policía!
-“Bando 23”, Sol de Medianoche
Cuando gran parte del rock chileno ajustaba (y resguardaba) en moldes imitativos e importados, Sol y Medianoche prefirió tomar ideas de nuestra propia tradición. En el cruce entre Nueva Canción y electricidad que a partir del año 2000 se volvería frecuente, el grupo con Sol Domínguez en voz fue pionero. Su apuesta renovadora consiguió una difusión considerable que incluyó, por ejemplo, el contrato con Emi, varias apariciones en televisión y el teloneo de dos legendarios conciertos de regreso de Los Jaivas a Chile en el año 1981 en el teatro Caupolicán