Por Rafael Paulo Franco A.
El 13 de mayo de 1981, miles de fieles se reúnen en la Plaza de San Pedro para ver al Papa Juan Pablo II. Entre ellos, Mehmet Ali Ağca, un extremista con conexiones internacionales, abre fuego contra el Papa. Las balas alcanzan su objetivo de forma mortal. A pesar de los esfuerzos por salvarlo, Juan Pablo II muere en la ambulancia camino al hospital. El Vaticano cae en un caos inmediato. Las noticias se propagan como fuego, conmocionando al mundo. La figura carismática que había cautivado a millones ya no está, y la Iglesia debe elegir rápidamente un sucesor en medio de un dolor y una confusión sin precedentes. El cónclave que sigue es una lucha de poder entre distintas facciones. Finalmente, un cardenal ambicioso y poco conocido, llamado August Bouyakhrichan es el elegido. Arzobispo de Kampala, con conexiones dentro del Opus Dei y simpatías hacia sectores conservadores. Tomará el nombre de Juan Pablo III. Sin embargo, su elección divide profundamente a los fieles y al clero. Este nuevo Papa, con una imagen rígida y autoritaria, se muestra implacable en su control sobre el Vaticano y no duda en utilizar su poder para ocultar cualquier disidencia. A medida que Juan Pablo III asume su cargo, comienzan a surgir rumores de corrupción interna y encubrimiento. Investigaciones secretas revelan una extensa red de pedofilia que ha sido protegida por altos miembros de la jerarquía eclesiástica durante décadas. Documentos filtrados muestran cómo la Iglesia ha lavado millones de dólares en fondos ilegales, utilizando bancos y empresas pantalla. El escándalo estalla cuando un ex sacerdote, ahora periodista, publica un informe devastador que implica a varios cardenales cercanos al nuevo Papa. Las evidencias son tan abrumadoras que incluso algunos medios tradicionalmente cercanos al Vaticano comienzan a cuestionar su integridad. Con el escándalo del encubrimiento de abusos aún sacudiendo al Vaticano, otra verdad oscura sale a la luz: una mafia interna que controla las finanzas del Vaticano. Durante años, esta red ha usado los bancos del Vaticano para lavar dinero de actividades ilegales, desde tráfico de drogas hasta financiamiento de grupos paramilitares. Los periodistas y activistas que intentan destapar esta mafia empiezan a desaparecer o a ser silenciados. Juan Pablo III, bajo una creciente presión internacional, niega cualquier implicación personal, pero su imagen está gravemente dañada. Los fieles abandonan la Iglesia en masa, y muchos gobiernos comienzan a cortar lazos diplomáticos con el Vaticano. El control del nuevo Papa sobre la Iglesia se debilita rápidamente. Dentro del Vaticano, surge una resistencia que busca destituirlo y limpiar la institución. Sin embargo, los escándalos no cesan: más pruebas de lavado de dinero, redes de tráfico y abusos salen a la luz. La Iglesia se fractura, y las principales órdenes religiosas comienzan a cuestionar la autoridad de Juan Pablo III. Al final, la Iglesia Católica, como se conocía, colapsa. Los gobiernos se apropian de muchas de sus propiedades, y el Vaticano pierde su poder político y espiritual en todo el mundo. La cristiandad se fragmenta en decenas de nuevas sectas y movimientos, mientras la autoridad del Papa queda reducida a una mera figura simbólica. Roma, una vez era el centro espiritual del mundo ahora se convirtió en un lugar de turismo macabro, mientras el Vaticano es investigado por tribunales internacionales por crímenes contra la humanidad.
La ucronía es un género literario que explora historias alternativas, imaginando cómo habría sido el mundo si ciertos eventos históricos hubieran ocurrido de manera diferente.
