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Sábado, Noviembre 23, 2024

Carrizal Bajo: Un éxito y la caída de Pinochet

La ucronía es un género literario que explora historias alternativas, imaginando cómo habría sido el mundo si ciertos eventos históricos hubieran ocurrido de manera diferente.

Carrizal Bajo: Un éxito y la caída de Pinochet
Por Rafael Paulo Franco A.

En 1986, el brazo armado del Partido Comunista de Chile organizó la operación “Carrizal Bajo”, que consistió en la internación clandestina de armas en el país con el fin de derrocar la dictadura cívico-económica-militar liderada por Augusto Pinochet Ugarte. Esta internación se realizó de manera encubierta y por vía marítima. Beatriz Allende, la hija revolucionaria de Salvador “Chicho” Allende, había intentado suicidarse dos veces antes de internarse en centros de salud cubanos, donde luchó por superar la depresión causada por la muerte de su padre. Tras recuperarse, se dedicó a organizar la solidaridad internacional con Chile, buscando recuperar el poder que le fue usurpado a la Unidad Popular por empresarios, la derecha económica y fuerzas ultraderechistas.

Beatriz tenía una buena relación con Fidel Castro y estaba casada con el oficial Luis Fernández Oña. Recuperada al 100%, contactó a los líderes jerárquicos de la UP y organizó una reunión con Fidel Castro, quien se comprometió a proporcionar armas, financiamiento y logística. La hija de Allende mantenía relaciones sociales con otro chileno influyente en la isla: Max Marambio. Él había servido en las Tropas Especiales como oficial cubano y, a principios de los años 80, comenzó a incursionar en el mundo de los negocios. Sin embargo, compartía el deseo de muchos chilenos en el exilio: vengarse del dictador Augusto Pinochet Ugarte. Beatriz Allende se reunió con Marambio, quien aportó dinero y contactos. Utilizando estos recursos, logró convocar a un gran grupo de comunistas en la isla, incluyendo a figuras como Sergio Galvarino Apablaza, Volodia Teitelboim y Gladys Marín.

El año 1986 comenzó de manera complicada para Pinochet. La llegada de Edward Kennedy al país agitó las aguas políticas, pues el político norteamericano se reunió con opositores al régimen y con el emblemático Cardenal Raúl Silva Henríquez. Además, un choque de trenes en la Región de Valparaíso dejó 120 muertos, mientras que el paso del cometa Halley mantenía a Chile expectante. Paralelamente, 29 personas murieron cuando una prueba de bomba de racimo explotó en las industrias Cardoen de Alto Hospicio, en Iquique. A unos 1,100 kilómetros de ese lugar se encuentra Carrizal Bajo, en la zona de Huasco, Atacama. Este lugar cambiará la historia de Chile.

El plan ideado era perfecto. Las armas fueron embarcadas en Cuba, trasladadas a Nicaragua, y luego al barco Río Najasa, que navegó por el Océano Pacífico hasta recalar en costas chilenas, donde se entregaron cerca de 100 toneladas de armamento. Esta operación se realizó en varias ocasiones, y los pertrechos, en su mayoría de origen soviético, fueron ingresados al país.

En Chile, miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) se infiltraron en la zona de Huasco haciéndose pasar por estudiantes de biología marina, especializados en algas como cochayuyos, huiros y luche. Ellos recibieron la mercancía, camuflándola entre las algas. Posteriormente, en un verdadero trabajo de inteligencia, transportaron las armas desde el norte del país hasta la capital en camiones destinados al envío de cobre.

En barriles gigantes de hierro, trasladaban el armamento, que fue acopiado en La Pintana, Lo Hermida y Paine. Los agentes de seguridad del Estado, Carabineros y otros informantes, no se percataron de los movimientos. En gran parte del país, el FPMR ya había organizado cinco batallones (1,000 personas cada uno) y comenzó a prepararse para el asalto final. Todo fue cuidadosamente planificado por Beatriz Allende, Fidel Castro, Max Marambio y Gladys Marín.

El 2 y 3 de julio de 1986, en Santiago, se generaron manifestaciones y paros nacionales sangrientos y duros. El FPMR estaba acuartelado en sus casas de seguridad, esperando el momento adecuado para actuar en medio del estallido social que sacudía las calles. Carabineros, marinos, aviadores y militares estaban agotados tras dos días de lucha callejera y urbana. En ese momento, llegó la decisión desde Cuba. Se hizo un llamado telefónico a Brasil y desde el país carioca, en portugués, se transmitió el mensaje a un teléfono público de la CTC y de ahí, un papelito con el recado “Mañana jugamos fútbol contra Papillón”. Este fue entregado a diferentes jóvenes de la época, quienes en sus bicicletas llevaron el aviso que cambiaría la vida de muchos chilenos. El mensaje era claro: Al día siguiente comenzaría el combate.

El 4 de julio, a las 6:00 am, los batallones escucharon el último discurso de Salvador Allende y comenzó el despliegue popular en micros Mercedes Benz, que se dirigieron hacia la embajada de Estados Unidos. Los microbuses, grandes y cargados de armamento, ocultaban las armas en bolsos y cajas que parecían encomiendas. La misión era doble: ajusticiar a Pinochet y a su Junta frente a la embajada norteamericana. Desde cuatro puntos diferentes se acercaron al objetivo, sorprendentemente con poca custodia policial, la habitual de las 8 de la mañana. El FPMR logró instalarse muy cerca de la primera línea de “autoridades”. Mientras tanto, francotiradores rodriguistas se apostaron en el edificio frente a la embajada. Otros batallones del FPMR se ubicaron cerca de La Moneda, la Intendencia de Valparaíso y Concepción. Además, grupos paramilitares se apostaron en Codelco, en las fronteras de Iquique y Punta Arenas.

El 4 de julio, a las 8:30 am, comenzaron los acordes del Himno Nacional de Chile bajo la dirección de la banda instrumental de la Escuela de Suboficiales del Ejército. Fue entonado por la Junta de Gobierno: Pinochet, Merino, Matthei y Stange, junto a un grupo de ministros como Ricardo García Rodríguez, Jaime del Valle, Francisco Javier Cuadra y Hernán Büchi, además de autoridades cívico-militares que habían acudido a honrar a los Estados Unidos de América. Después de las ofrendas florales, y como es tradición en Estados Unidos, comenzaron los fuegos artificiales.

Mientras estallaba el primer bengalazo, una ráfaga interminable de disparos se desató desde los edificios y las aceras circundantes, acompañada de lanzamientos de cohetes y granadas de mano. Nadie entendía nada: ¿era por el ruido de los fuegos artificiales o qué? La CNI, los guardaespaldas y la Policía Militar fueron sorprendidos; algunos simplemente huyeron, mientras otros no sabían si soltar los canapés o los cafés que ofrecía el personal de la embajada norteamericana.

Pinochet y toda la Junta fueron acribillados. El desorden fue generalizado y los batallones del FPMR subieron a sus vehículos, micros y camionetas, dirigiéndose al centro de la ciudad. Algunos se dirigieron a La Moneda y otros a la Intendencia. Televisión Nacional de Chile y Radio Nacional fueron tomadas, y se leyó el siguiente bando:

Pueblo de Chile:

En vista de la dictadura cívico-económica-militar que nos azota, que ha asesinado y silenciado miles de voces, y que le quitó al pueblo el gobierno que eligió, además de no desear realizar elecciones y pretender permanecer eternamente en el poder, restringiendo nuestros derechos fundamentales, nosotros, como ciudadanos comprometidos con la justicia y la libertad, hacemos la siguiente declaración:

-Hemos ajusticiado a la Junta de Gobierno y a los líderes de esta dictadura debido al horror que han causado en estos años. Llamamos a los funcionarios del mal llamado gobierno a entregarse; se les proporcionará la alternativa de salir del país. La justicia se encargará de aquellos que hayan cometido atrocidades, robos u otros hechos que impliquen cárcel.

-Las Fuerzas Armadas estarán ahora bajo el mando del compañero Max Marambio; aquellos que no acepten esto serán encarcelados.

-Habrá toque de queda durante las noches hasta nuevo aviso.

-El país será gobernado por un comité popular integrado por los partidos de la Unidad Popular, que será liderado por Beatriz Allende, hija del asesinado Presidente Salvador Allende.

-Una vez que el país se normalice, se realizarán elecciones, en las que se invitará a todos los partidos democráticos, con excepción de aquellos que promuevan el fascismo. Se reestablecerán el Congreso, los municipios y los servicios.

-De inmediato se reanudan las relaciones diplomáticas con todo el mundo y se permite el regreso de todos los chilenos que fueron exiliados.

No permitiremos que el miedo nos paralice ni que la coacción nos obligue a renunciar a nuestros derechos. Instamos a todos los ciudadanos a mantenerse firmes. Nuestra convicción es que un país mejor es posible. Nuestra lucha es por la justicia, la igualdad y la democracia, y no cesará hasta que esos valores sean respetados y restaurados en su totalidad. Recordemos que el pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de la patria: hay que tener fe en Chile y en su destino. Otras mujeres y hombres superarán estos años grises y amargos. Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Pinochet ha sido ajusticiado. Beatriz Allende regresa a Chile, y comienza una ardua y compleja tarea de rectificación de la democracia… pero esa es otra historia.

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